Ejemplar de Vespa velutina, conocida como la avispa asesina. / CARLES LÓPEZ BUSTINS
Cientos de ejemplares de Vespa velutina, conocida popularmente como “la avispa asesina” o “asiática”, han sido hallados en el último mes en la Vall d’en Bas (La Garrotxa, Girona). El avistamiento de esta especie invasora proveniente de Asia ha hecho saltar todas las alarmas entre los agentes rurales y los apicultores de la zona. Y les ha puesto en un aprieto: si antes de noviembre no se encuentra y destruye el nido en el que viven estos insectos, las hembras que fecundadas en el interior saldrán de su cobijo para crear nuevas colonias en otros puntos de Cataluña.
" Es una amenaza para el sector apícola y frutícola, puede llegar a medir cuatro veces más que la abeja europea, que es su principal fuente de alimento. Su picadura es especialmente dolorosa para las personas y se ha instalado en Cataluña."
“Antes de acabe el otoño, las más de 200 madres que ahora están germinando en el nido buscarán nuevas localizaciones para hacer nuevas guaridas e hibernar”, explica Josep Vilar, jefe de los agentes rurales de la Garrotxa. Si en menos de un mes, como calcula Vilar, no se halla el nido, el problema podría ser muy grave atendiendo a la enorme capacidad reproductiva de la avispa, que supera los tres centímetros de longitud. Y es que cada hembra reproductora puede llegar a procrear más de 12.000 descendientes.
Voluntarios del sindicato Unió de Pagesos, apicultores y agentes rurales buscan desde el pasado 19 de septiembre el nido de avispas asesinas, aunque en realidad hay quien piensa que no se trata de uno solamente, sino de varios. “Por la gran cantidad de ejemplares que se han encontrado, suponemos que no solo hay un nido; no sabemos muy bien qué buscamos”, reconoce Josep Maria Clarià, responsable del sector apícola del sindicato Unió de Pagesos.
A pesar de los esfuerzos de los apicultores y de la Administración, todas las iniciativas probadas para dar con el nido de avispas no han dado aún resultado. Tras las fallidas batidas a pie y el escaso éxito de las trampas instaladas, en los últimos días se ha incorporado a la búsqueda un helicóptero equipado con una cámara térmica para localizar la guarida de la colonia. “Salimos por la mañana, cuando hacen alrededor de nueve grados y el nido está a 25, pero ni así lo hemos encontrado”, explica Vilar, que muestra su escepticismo sobre el éxito de la operación de búsqueda. “Es muy difícil localizarlos, hacen los nidos en las copas de los árboles más frondosos, y en la zona por la que buscamos es muy complicado moverse”, explica el jefe de los agentes rurales.
Desde el Departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Natural, según adelanta Vilar, se estudia la posibilidad de instalar un transmisor de localización a alguno de los ejemplares para saber con exactitud dónde está el nido.
Ante la amenaza de la expansión de la avispa asesina, Àngel Noguer, presidente de la Asociación de Apicultores Gerundenses, que aglutina a más de 150 miembros y “cerca de 20.000 colmenas”, avisa de la peligrosidad de este insecto. “Se alimenta de las abejas autóctonas, que no tienen ningún mecanismo de defensa contra ellas. Si se expanden, será devastador”, advierte Noguer, quien revela que la asociación tiene toda la provincia “llena de trampas para cazar avispas”.
Los expertos no conocen exactamente la distancia que estos insectos, negros y con las patas amarillas, pueden recorrer para anidar durante el invierno. La pasada semana fueron localizados algunos ejemplares en el municipio de Requesens (Alt Empordà). Noguer sospecha que se trata de “obreras”, que habrían llegado empujadas por la tramontana desde algún nido situado en el sur de Francia, donde la avispa habría llegado oculta en algún contenedor proveniente de China.
Clarià explica que si finalmente no se encuentra este “foco”, se deberán colocar trampas por toda Cataluña: “Hay que prevenir porque no tienen enemigos naturales y su expansión puede ser muy rápida”, explica. Vilar es un poco más optimista y asegura que la avispa no puede recorrer grandes distancias, aunque con “rachas de viento, puede llegar a desplazarse más de 30 kilómetros”.
Pero el problema más grave, según explican los apicultores, no será la distancia que recorran sino su instalación definitiva: “Si no podemos encontrar un nido en un valle, no me quiero ni imaginar si se propaga sin control por toda Cataluña”, advierten desde la Asociación de Apicultores. Si la peor de las hipótesis se confirma, los daños en las colmenas de la abeja común y, por tanto, en la agricultura que de ella depende para la polinización podrían llegar a ser enormes.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/10/06/catalunya/1381056246_655705.html
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